HISTORIA

En este apartado encontrarás la información global del proyecto Genealogía del movimiento LGTBI+ en Navarra y una breve historia del mismo. Aquí se recogen los antecedentes del movimiento, se explican conexiones entre colectivos e hitos señalados en la línea del tiempo y se señala el contexto de materiales también disponibles en las secciones de Documentación y de Galería.

El propósito del texto no es hacer Historia, ya que para ello se hubiera recurrido principalmente a fuentes documentales de carácter histórico. El verdadero objetivo es transmitir hitos fundamentales de la Memoria colectiva a través de la compilación de memorias individuales, es decir, de vivencias y recuerdos personales que pueden o no estar apoyados por otros materiales complementarios.

Realizar la genealogía de cualquier movimiento colectivo supone un ejercicio de memoria que implica adentrarse en recuerdos individuales a veces ya lejanos. También requiere explorar entre todo tipo de  materiales y documentos disponibles para poder identificar aquellos momentos y referentes que, con el paso del tiempo, se han revelado imprescindibles para conocer la realidad actual. La complementariedad entre esos elementos inmateriales (nuestros recuerdos, a veces encriptados y otras decodificados) y materiales (la capacidad de ciertos objetos para activar esos recuerdos y verbalizarlos) es lo que hace posible la transmisión de la información sobre un movimiento caracterizado por su dinamismo. Esa combinación, además, hace que el resultado no sea definitivo, sino que pueda seguir siendo alimentado con nuevas voces que puedan unirse a este relato coral.

El resultado de una investigación de carácter genealógico puede plasmarse de muchas maneras. En este caso, ha tomado la forma de una línea temporal en la que, junto a las fechas y los hechos contrastados que sucedieron en ellas, conviven documentos, imágenes y testimonios. Una línea acotada solo desde el punto de vista formal, porque en su arranque recoge el contexto previo y su final aún está por llegar.

Existen multitud de temas transversales que recorren lo que aparentemente “solo” es una sucesión de fechas ilustrativas del movimiento LGTBI+ en Navarra desde 1978 hasta la actualidad, y que son muy difíciles de encajar en una fina línea horizontal que recorre un fragmento de pantalla y se encuentra alojada en una web. Las sinergias y confluencias con otros movimientos políticos y sociales, las divergencias y escisiones, la adopción de teorías y prácticas procedentes de otras regiones dentro y fuera del Estado o la referencialidad del movimiento navarro más allá de nuestras fronteras son una constante. Eso hace que, por cuestiones prácticas y de eficacia desde el punto de vista comunicativo, resulte imposible plasmar absolutamente todo lo sucedido en el movimiento LGTBI+ en Navarra desde 1978 hasta la actualidad ni a todas las personas que han contribuido a su desarrollo.

Confiamos en que, poco a poco, se puedan ir añadiendo más piezas a este mosaico de personas y de colectivos. Será precisamente ese carácter abierto a nuevas aportaciones que contribuyan a matizar el relato lo que permitirá mostrar la complejidad de un movimiento de dimensiones históricas, prolongado en el tiempo y que ha conllevado cambios en paradigmas que durante siglos se consideraron inamovibles. Por eso, realizar esta genealogía es también un ejercicio de restitución a todas aquellas personas que habitaron y militaron desde el pasado hasta la actualidad y gracias a las cuales se va cimentando una sociedad más libre para las generaciones que vendrán.

Genealogía del movimiento LGTBI+ en Navarra

El estudio de colectivos situados fuera de las normas y convenciones establecidas y aceptadas retrata a la propia sociedad que crea esos marcos legales y sociales. Unos marcos que, hasta fechas muy recientes, no han solido contemplar otras opciones diferentes a las recogidas en esos textos y costumbres que se basaban en patrones deterministas, injustos y obsoletos que perseguían y castigaban con especial escarnio la disidencia respecto al modelo heteropatriarcal. En este contexto, el colectivo LGTBI+, marcado por la intersección de elementos genuinamente complejos (sexo, género, identidad, clase, religión, racialización…) ha sido de manera recurrente blanco de los esquemas de opresión basados en la discriminación y la violencia tanto explícita como simbólica. La lucha por el reconocimiento de sus derechos fundamentales ha sido la tarea de mucha gente a lo largo de más de cuarenta años, y se ha desarrollado en paralelo a otros procesos civiles y políticos sin los que no podríamos imaginar la sociedad navarra actual.

La identidad sexual y de género se fue convirtiendo en objeto de reivindicación política en paralelo al desarrollo de otras filosofías políticas que cuestionaban el modelo imperante y que cobraron fuerza a partir de los años 60. Aquel mayo del 68 parisino evidenció que la llamada a la revolución era tanto a nivel político como individual, incluyendo la liberación sexual entre las reivindicaciones para subvertir la sociedad. Un año más tarde, la irrupción policial en el club de ambiente neoyorquino Stonewall Inn provocó unas movilizaciones durante tres días tras los cuales no solo se consiguió la retirada de la policía. Pero, además, Stonewall fue el detonante para la radicalización del movimiento y su expansión a otros lugares en los que iría tomando su propia forma y características, con colectivos importantes e inspiradores a nivel transnacional. Es el caso del colectivo Gay Liberation Front, surgido en Nueva York y extendido a otras ciudades norteamericanas y europeas, que combatía la discriminación y opresión sufrida por este colectivo y venía a cuestionar el régimen heterosexual y el capitalismo.

Stonewall fue el detonante para la radicalización del movimiento y su expansión a otros lugares en los que iría tomando su propia forma y características, con colectivos importantes e inspiradores a nivel transnacional.

En el Estado español, con una dictadura que reivindicaba el nacional-catolicismo como ideología, el colectivo LGTBI+ estaba legalmente penado en el Código Penal (también en el Militar): la Ley de Vagos y Maleantes, de 1933, fue modificada en 1954 para incluir a las personas homosexuales e incluía medidas como su internamiento en establecimientos de trabajo o colonias agrícolas, la prohibición de residir en lugares determinados o la obligatoriedad de declarar su domicilio. En 1970 la represión a este colectivo aumentó gracias a la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social, como consecuencia de la cual hasta 1978 las personas homosexuales podían ser detenidas y encerradas en centros de “reeducación” (que incluían terapias agresivas), aunque en muchas ocasiones las condenas se cumplieran en cárceles convencionales.

La muerte de Franco en 1975 posibilitó, si no un cambio radical, cierta apertura respecto a la situación anterior que rápidamente se tradujo en un auge del asociacionismo a todos los niveles, así como en la paulatina legalización de los colectivos políticos. De ese modo, fue surgiendo una red de organizaciones gays y lesbianas por todo el Estado: Unión Democrática Homosexual de Málaga, Movimiento Sexual Aragonés (Zaragoza), Frente de Liberación Homosexual Gallego (Santiago de Compostela), Frente de Liberación Homosexual de Castilla, EHGAM (Euskal Herriko Gay-Les Askapen Mugimendua, Bilbao), etc. Estos grupos que se adhirieron a la Coordinadora de Frentes de Liberación Homosexual del Estado Español (COFHLEE) nacida en 1977 con el objeto de unir fuerzas. Paralelamente, se produjeron Jornadas Feministas en Madrid (1975), Barcelona (1976) o Leioa (1977) y se constituyeron Coordinadora Estatal Antinuclear y el Movimiento de Objeción de Conciencia, por el que pasaría mucha de la disidencia sexual del momento y por el que muchos marikas serían encarcelados años después.

Las sinergias entre las diferentes asociaciones no solo se produjeron a nivel estatal y algunas de estas organizaciones formaron parte de la International Gay Association (la actual ILGA) constituida en 1978.

La articulación de todo un movimiento que reivindicaba el reconocimiento de derechos hasta entonces negados y señalaba al régimen heteropatriarcal como sistema de opresión, no solo suponía una mayor visibilidad y efectividad. A través de estas organizaciones, pero, también de los medios que utilizaban para expresarse (revistas como “Gay Hotsa”, acciones, etc.) muchas personas encontraron la forma de compartir ideas y experiencias, así como de unir fuerzas. Por otro lado, algunas de las reivindicaciones del colectivo fueron encontrando eco en partidos del momento, como LKI o EMK.

Junto con los habituales lugares de reunión, la celebración de encuentros de carácter clandestino, como los de la Juventud Navarra en Arrarats (1975), posibilitaba ampliar tanto los conocimientos como las redes.  En Navarra, un referente fundamental fue el Comité de Homosexuales Navarros (CHN): surgido en Pamplona en la temprana fecha de 1976, posiblemente fue durante un tiempo la única organización gay a nivel estatal junto con el FAGC. Creado de manera autónoma, el CHN se dio a conocer a la sociedad tanto por su campaña de pintadas como por el provocador programa El mundo de la Mariguay emitido en la radio pirata Paraíso.

A finales de los 70 ya existía la Coordinadora Feminista de Navarra, que durante mucho tiempo fue referente esencial y casi único del movimiento feminista en el territorio. Su trabajo y militancia se plasmó en la organización de comisiones proaborto, anti-agresiones, de lesbianas, anti-milis, manifestaciones, fiestas, campañas, etc. En 1978 nació Andraize en La Chantrea, un espacio creado inicialmente como Centro de Atención a la Mujer, que acabaría siendo pionero en atención a personas trans.

En 1978 nació Andraize en La Chantrea, un espacio creado inicialmente como Centro de Atención a la Mujer, que acabaría siendo pionero en atención a personas trans.

A punto de terminar el año 1978 la homosexualidad dejó de figurar entre las categorías que encuadraban a los individuos considerados “peligrosos sociales”, al modificarse en el Congreso la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social el 26 de diciembre de 1978. Dicha Ley, que databa de 1970, había supuesto un paso más en la represión de la homosexualidad y la transexualidad, desde que en 1954 se modificara la Ley de Vagos y Maleantes (1933) persiguiendo y castigando cualquier práctica homosexual. Desde una perspectiva heteronormativa y paternalista, la Ley de 1970, que contemplaba en su artículo 431 el delito de “escándalo público”, pretendía “reeducar” al individuo (a quien se consideraba un enfermo a quien había que curar) para su total inserción en la sociedad aún a costa de su persecución, represión y encarcelamiento y así, de paso, evitar el “contagio” de esas prácticas que se salían de la norma. En ese contexto, la modificación aprobada en diciembre de 1978 (entraría en vigor el 31 de enero de 1979) que eliminaba la homosexualidad como delito supuso un avance legal, aunque en la sociedad siguieran produciéndose ataques como el asesinato de “Francis” en Rentería en 1979. Igualmente, la derogación del citado artículo 431 sobre escándalo público no tendría lugar hasta 1988 pero incluso con posterioridad a esa fecha siguieron produciéndose denuncias por trato discriminatorio, por ejemplo, en el transporte público y en concreto en RENFE. Además, la Ley de Peligrosidad Social no acabó siendo totalmente que derogada hasta finales de 1995.

La década a de 1970 finalizó con la aparición de dos nuevos referentes. Por un lado, Emakumearen Sexual Askatasunaren Mugimendua (ESAM), que formaría parte de la Coordinadora Feminista de Navarra;  por otro, la Asamblea de Mujeres de Tudela. En junio de 1979, haciendo coincidir con el décimo aniversario de los sucesos de Stonewall, la Asamblea organizó una pegada y una concentración a favor de la comunidad gay y lesbiana en lo que sería la primera acción de estas características en Navarra.

En 1980 surgió el colectivo de Lesbianas Feministas de la Coordinadora Feminista de Navarra.

Un año más tarde lo hizo EHGAM Nafarroa, creado por feministas de la propia Coordinadora. Legalizado en 1983, se trataba de un colectivo mixto de gays y lesbianas enmarcado en Euskal Herria. En él, inicialmente, también participaron las lesbianas feministas de la Coordinadora Feminista, que posteriormente volvería al Colectivo.

En 1982, tres años después de la primera acción en Tudela conmemorando lo ocurrido en Stonewall, tuvo lugar la primera manifestación del Día del Orgullo Gay en Pamplona. Una celebración que ha seguido desarrollándose y que, a lo largo de estas casi cuatro décadas, ha ido incorporando reivindicaciones e incrementado su visibilidad también en otras ciudades navarras.

Históricamente, las jornadas siempre han constituido momentos de encuentro, intercambio de ideas, debate y, en ocasiones, puntos de inflexión en el devenir de los colectivos.

Pero la labor desarrollada por estos colectivos ha sido una tarea constante donde el continuo flujo de ideas y perspectivas ha sido fundamental. Así, históricamente, las jornadas siempre han constituido momentos de encuentro, intercambio de ideas, debate y, en ocasiones, puntos de inflexión en el devenir de los colectivos. Es el caso de las I Jornadas de Lesbianas de Euskadi celebradas en mayo de 1983 en Zamalbide (Gipuzkoa), a las que acudieron unas 250 mujeres procedentes de los tres territorios de la Comunidad Autónoma Vasca y de Navarra, además de una representación madrileña, y que aunaron a mujeres tanto de las Asambleas de Mujeres Feministas como del colectivo EHGAM. También las Jornadas de Lesbianas Feministas de Euskadi que tuvieron lugar en Orio los días 1, 2 y 3 de mayo de 1987, que reunieron a más de un centenar de lesbianas confirman que el movimiento lesbianista se encuadraba dentro del Movimiento Feminista, con debates y contenido teórico muy politizado y un cuestionamiento de la heterosexualidad como sistema opresor alineado con el discurso feminista que siguió discutiéndose en sucesivas jornadas feministas. Por su parte, las Jornadas Feministas que tuvieron lugar en Leioa en 1984 y en 1994 también fueron lugares de encuentro y debate sobre los temas de los que se preocupaba el feminismo en general, entre ellos la sexualidad y el régimen heterosexual como sistema de opresión, y contaron con ponencias por parte de Colectivos de Lesbianas de la Coordinadora Feminista de Navarra.

Además de trabajar temas como el enamoramiento, los celos, el deseo, etc. y de abordar otros de carácter social (lucha por las reformas sociales y leyes de pareja, etc.), ese tipo de encuentros eran aprovechados para debatir temas referentes a la organización (con opiniones encontradas entre hacerlo en comisiones de lesbianismos dentro de las Asambleas de Mujeres o en Colectivos de Lesbianas Feministas autónomos). También a mediados de los ochenta, concretamente en 1986, surgió el primer taller de Autodefensa Feminista en Pamplona/Iruñea.

No fueron las Jornadas los únicos espacios de confluencia. Un ejemplo es la publicación conjunta de la revista “Sorginak”.

No fueron las Jornadas los únicos espacios de confluencia. Un ejemplo es la publicación conjunta de la revista “Sorginak” en la segunda mitad de los años 80 por parte de los Colectivos de Lesbianas Feministas de Euskadi (Asamblea de mujeres de Donostia, Colectivo de lesbianas feministas de la Coordinadora Feminista de Navarra, Colectivos de Lesbianas Feministas de Bizkaia y Gipuzkoa, Colectivo Lesbianas de Araba, Asociación Lesbianas Alavesas, Lumatza…). Sus números, escritos en euskera y castellano incluían artículos informativos sobre lesbianismo, denuncia, feminismo, pero también espacios para la crítica teórica, la reflexión, la poesía…

A finales de esa misma década se produjo una de las intersecciones más marcadas del colectivo, con la irrupción a nivel global del SIDA o VIH, una enfermedad desconocida y especialmente estigmatizante. 1988 fue el primer año en que el 1 de diciembre se consideró el Día Mundial de la Lucha contra el SIDA. A partir de ese momento y fundamentalmente de los años noventa, la movilización del colectivo LGTBI+, sobre todo del gay, fue constante. En el caso de Navarra, EHGAM Nafarroa, que tras unos años desaparecido volvió a resurgir en 1989, realizó un enorme trabajo con campañas de denuncia y sensibilización, tanto propias como en colaboración con otras entidades (Comisión Anti-SIDA, Sare…).

En 1990 se iniciaba en Eguzki Irratia el programa radiofónico «Que ni muerta estoy dispuesta a soportarte», que se mantuvo en antena hasta 2000; le seguiría, entre 2001 y 2004, el espacio «Vomita la llave de tu armario», ambos a cargo de miembros de EHGAM.

En 1990, la OMS dejó de considerar la homosexualidad un trastorno mental, aunque, una vez más, las declaraciones institucionales no evitaban que en la realidad siguieran existiendo prejuicios y produciéndose ataques a los derechos y a la integridad física de personas LGTBI+.

También en 1990, la OMS dejó de considerar la homosexualidad un trastorno mental, aunque, una vez más, las declaraciones institucionales no evitaban que en la realidad siguieran existiendo prejuicios y produciéndose ataques a los derechos y a la integridad física de personas LGTBI+. Ya en 1991, el asesinato en Barcelona de Sonia Rescalvo, perteneciente al colectivo trans, llegaría a ser considerado el primer Delito de Odio reconocido en el Estado español. En Pamplona, la agresión homófoba a dos hombres en un espacio de cruisig de la ciudad que tuvo lugar en 1992 dio lugar a una denuncia pública por parte de EHGAM. Como resultado de la misma, y a petición de Herri Batasuna, tanto miembros EHGAM como de la COFHLEE fueron llamados a comparecer en la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento de Navarra y se obtuvo de este el compromiso de estudiar propuestas y revisar las recomendaciones del Parlamento Europeo.

Las sinergias entre organizaciones han sido una constante en el movimiento LGTBI+. En el caso de EHGAM Nafarroa y la COFHLEE, además de los hechos relatados también se evidenciaron en la celebración de encuentros, como las Jornadas de debate COFHLEE que tuvieron lugar los días 5, 6 y 7 de diciembre en Etxaleku y organizadas por EHGAM Nafarroa. A estas hay que añadir que las asambleas de la COFHLEE se celebraban en lugares diferentes y de cuya organización se encargaba uno de los colectivos que la conformaban. Como consecuencia de esa dinámica, el Gaztetxe Euskal Jai acogió varias de ellas.

Igualmente, en el número 52 de la revista “Gay Hotsa” se reseña la celebración de una rueda de prensa en Bilbao el 30 de abril para presentar ante los medios de comunicación la “Coordinadora por los derechos de gays y lesbianas de Euskal Herria” formada por: ALA-ALA, COGAL, AGERIAN, GAZTE-GAY, EHGAM y LUMATZA. Este último se trataba de un colectivo creado en 1990 por las lesbianas del Colectivo de Lesbianas de la Coordinadora Feminista de Navarra tras su salida de EHGAM. Ellas fueron las encargadas de organizar, por ejemplo, el I Certamen de Relatos Eróticos y fue el colectivo de referencia de las lesbianas feministas, o bolleras, término que llegaría años después, de Navarra.

Los Colectivos de Lesbianas Feministas de Euskadi continuaron desempeñando un papel muy dinámico no solo en la organización de eventos (jornadas, charlas, fiestas…) sino también en la movilización y la ejecución de campañas que pusieran el foco en la invisibilidad social que conllevaba al lesbianismo. Valiéndose en muchas ocasiones de la ironía, su sólido discurso político las llevó a cuestionar elementos del feminismo institucional. Las organizaciones lesbianas se convirtieron en un agente esencial en las políticas de igualdad mediante la revisión crítica de planes de igualdad. En el caso de la Comunidad Autónoma Vasca, estos colectivos realizaron en 1992 la Revisión Crítica del I Plan de Acción Positiva de Emakunde para que tuviera en cuenta el lesbianismo, incluyendo propuestas desde diferentes ámbitos (jurídico, cultural, empleo, formación, salud…). Paralelamente, sin embargo, muchos de estos Colectivos comenzaron un proceso de disolución (por ejemplo, en 2005 se celebró la fiesta de disolución del Colectivo de Lesbianas Feministas de Bizkaia).

En Navarra, el auge del movimiento antimilitarista se reflejó en un importante movimiento insumiso que incorporó una nueva dimensión: la insumisión marika.

En los años 90 el concepto de “diversidad sexual” va cobrando visibilidad e introduciendo nuevas perspectivas y matices en los discursos. En 1996 se produjo también la irrupción de la teoría queer en el discurso de EHGAM, iniciando un debate que continúa abierto. También en esa época tuvo lugar otra confluencia entre el colectivo LGTBI+ y un movimiento social muy presente en la actualidad del momento como era el movimiento antimilitarista. La participación del colectivo homosexual en el movimiento de objeción de conciencia tenía un largo recorrido. En Navarra, el auge del movimiento antimilitarista se reflejó en un importante movimiento insumiso que incorporó una nueva dimensión: la insumisión marika. En los años posteriores, EHGAM realizó campañas a favor de la insumisión y algunos de sus miembros llegaron a sufrir condena.

Pero no fueron estas las únicas ocasiones en las que el colectivo se movilizó activamente para visibilizar su rechazo a instituciones heteropatriarcales que perpetuaban la discriminación. Así, además de las campañas de corte antimilitarista, a lo largo de la década de los noventa también protagonizaron otras:  la realizada contra la conmemoración del quinto centenario del mal denominado Descubrimiento de América llamada “No al 92, sí al 69”; acciones contra las Olimpiadas de Barcelona’92; o contra el papel de la Iglesia en general (que incluiría una potente campaña de apostasía, pintadas en sedes religiosas, quema de fotografías de cargos eclesiásticos…) y el Opus Dei en particular, además de llamamientos al boicot a aquellas farmacias que se negaban a vender preservativos ; o acciones contra personas o grupos cuyas declaraciones llamaban a la homofobia, como la realizada durante un concierto del grupo mexicano “Molotov” en Pamplona / Iruñea en 1998 y que motivó la suspensión del mismo, por ejemplo. En este último caso se trató de una campaña nacional de EHGAM en la que interpusieron una denuncia institucional, aunque la acción se realizó en la capital navarra.

La conexión entre los diferentes colectivos LGTBI+ navarros y otros paralelos en otros territorios, en especial el de la Comunidad Autónoma Vasca, formando redes, ha quedado hasta ahora suficientemente demostrada, por ejemplo, en el caso de EHGAM Nafarroa (tanto por sus vínculos con otras EHGAM en Bizkaia, Gipuzkoa, Araba como por los existentes con organizaciones de carácter estatal como la COFHLEE) o en la participación de colectivos feministas y lesbianos navarros en Jornadas de diferente ámbito: por un lado, las denominadas unas veces “de Euskadi” y otras “de Euskal Herria” (como las celebradas en Santurtzi en 2008), que en todo caso indican la conexión con colectivos de la Comunidad Autónoma Vasca; por otro, la celebración de encuentros a nivel estatal. En este contexto, resulta interesante comprobar cómo en paralelo se van tejiendo otras redes que además de tener un carácter más local, interseccionan con un ámbito muchas veces olvidado como es el mundo rural. En este sentido, destaca la celebración del Primer Encuentro Rural de Mujeres Lesbianas en el Entorno Rural que tuvo lugar en el pueblo okupado de Ulozi en 2000.

Cómo en paralelo se van tejiendo otras redes que además de tener un carácter más local, interseccionan con un ámbito muchas veces olvidado como es el mundo rural.

Por otro lado, el comienzo del siglo XXI trajo consigo la apertura de Kattalingorri en la calle Aldapa de Pamplona / Iruñea, un espacio físico en pleno corazón del Casco Viejo que albergó a diferentes colectivos, otorgando visibilidad al movimiento LGTBI+. El edificio adquirió el carácter de sede de las asociaciones que ya existían y de otras que fueron surgiendo a lo largo de sus casi dieciocho años de existencia. El Centro se convertía así en un referente para la ciudadanía que acudía a ese lugar tanto por las variadas actividades que se organizaban en él como para transmitir sus dudas, consultas y demandas; para las asociaciones que estaban integradas en ella, suponía también un lugar de convivencia y encuentro que las sinergias y que se plasmaron en la organización de todo tipo de actividades. Entre ellas, los Primeros Encuentros de Mujeres celebrados en Lekaroz en 2009, organizados por mujeres que participaban en Kattalingorri.

Las voluntades, esfuerzos y lucha colectiva que se aglutinaban en torno a Kattalingorri hicieron de esta un catalizador de los cambios sociales demandados por el colectivo y expresados tanto en las instituciones como en la calle. Es el caso, por ejemplo, en manifestaciones multitudinarias como la celebrada en 2001 contra la homo-lesbofobia social, mediática e institucional. En este sentido, la creación en 2003 de la Plataforma 28J que aglutinaba a diferentes colectivos supuso un avance en su visibilización, así como en el alcance de sus iniciativas.

Las voluntades, esfuerzos y lucha colectiva que se aglutinaban en torno a Kattalingorri hicieron de esta un catalizador de los cambios sociales demandados por el colectivo y expresados tanto en las instituciones como en la calle.

Uno de esos cambios sociales lo constituyó la aprobación de la Ley Foral 6/2000, de 3 de julio, para la igualdad jurídica de las parejas estables (parejas de hecho). En su artículo primero, y bajo el Principio de no discriminación, la Ley recogía que “nadie puede ser discriminado por razón del grupo familiar del que forme parte, tenga éste su origen en la filiación, en el matrimonio o en la unión de dos personas que convivan en análoga relación de afectividad, con independencia de su orientación sexual”. Esta Ley se convirtió en una de las más progresistas del Estado español, dado que permitía a las parejas estables la adopción conjunta con los mismos derechos y deberes que las parejas unidas por matrimonio, un derecho que en ese momento no recogía ninguna otra Comunidad de las que contaban con una Ley de Parejas de Hecho.

La aprobación de medidas como la Ley Foral 6/2000 favoreció una creciente demanda social por una ley a favor del matrimonio homosexual, no exenta de cuestionamientos desde la izquierda radical. Finalmente, la Ley 13-2005, de 1 de julio, modificó el Código Civil en materia de derecho a contraer matrimonio.

En la década de 2000 el colectivo trans experimentó también una mayor visibilización. La Ley Orgánica 8/1983, de 25 de junio, de Reforma Urgente y Parcial del Código Penal había traído como consecuencia la exención de responsabilidad penal a quienes practicaran cirugía transexual y que hasta entonces se trataba como un delito de lesiones por causar esterilidad. Sin embargo, seguía tratándose de un colectivo especialmente castigado tanto por la sociedad como por las instituciones, y por tanto especialmente expuesto a la precariedad económica y social e incluso, en muchos casos, a la marginalidad. En Navarra, la Asociación Ilota Ledo, creada en 2002 y que pasó a integrarse en Kattalingune, se convirtió en un referente. Además, la celebración en 2005 de unas Jornadas Científicas de actualización técnica/profesional sobre transexualidad (Pamplona/Iruña), con presencia de figuras de reconocido prestigio, supuso un hito para el colectivo a nivel estatal. Las demandas y reivindicaciones del colectivo trans, o al menos parte de ellas, tuvieron su reflejo en la aprobación de la Ley 3/2007, de 15 de marzo, que rectificaba la mención relativa al sexo de las personas y que permitía a las personas transexuales cambiar el nombre y el sexo en el DNI sin necesidad de operarse. Dos años después llegaría la Ley Foral 12/2009, de 19 de noviembre, de no discriminación por motivos de identidad de género y de reconocimiento de los derechos de las personas transexuales

La década comenzó con el resurgimiento de Lumatza como consecuencia de aquellos Primeros Encuentros de Mujeres celebrados en Lekaroz un año antes. Bajo el nombre tomado de otra agrupación precedente surgida en los años 90 el colectivo, con una estructura completamente asamblearia y horizontal, irrumpió en la escena LGTBI+ navarra, por ejemplo, con la celebración regular de actividades como la de Ostiralumak el tercer viernes de cada mes (con cinefórum, proyección de cortometrajes, charlas, recitales de poesía, etc. Además, en 2011 Lumatza organizó las Jornadas Generanitzak con participación, entre otras, de Subeltz, Bilgune Feminista, UPNAko Asanblada Libertarioa, Lamiak (emakume gazteak), Kattalingorri, Ilota Ledo, Eguzki Banaketak, Pakoak (sex performers) y Sorginkale Banaketak para hacer frente al “I Congreso Internacional de Ideología de Género” organizado por la Universidad de Navarra. Un año más tarde, Lumatza participó en el Txoko Feminista al que también pertenecían Bilgune Feminista, Andrea, Lamiak, (Remigias, Hagin, Atarrabiakoak, Donibanekoak, Txantreakoak, Emakume Internazionalistak). El Txoko Feminista empezó teniendo la sede en la calle Navarrería para posteriormente pasar a la calle Descalzos, y se mantuvo de manera autogestionada hasta 2017, coincidiendo su cierre con una reunión sobre la Casa de las Mujeres financiada por el Ayuntamiento de Pamplona / Iruñea.

En 2015 Lumatza organizó las I Jardunaldi Bizarroak. Ese mismo año se produjo una escisión en el colectivo que dio origen a Zikutak y también tuvo lugar el Primer Basati Queer Fest en el pueblo okupado de Zazpe.

La cuestión trans, que en la década anterior había incrementado su visibilidad, experimentó a partir de 2011 una mayor proyección, con el surgimiento de asociaciones en las que este elemento intersecciona con otros, lo que, volviendo al movimiento feminista da pie al surgimiento del transfeminismo.

A partir de aquí surgieron Lugatibe (Gazte Asanblada Transmarikabibollera de Nabarra) en 2011; Bullerak (colectivo bollero transfeminista de Pamplona) en 2016, que dos años más tarde organizaría junto con Zikutak las II Jardunaldi Bizarroak; la Asamblea Transmarikabollo en 2017 (uno de los colectivos que actualmente organiza el Octubre Trans); Ortzadar-LGTB en 2017; Dekumas LBT en 2018…

De manera paralela, fueron surgiendo otros colectivos surgidos expresamente para cubrir los vacíos a los que se enfrentaban las personas que querían transitar y/o sus familias. Fue en ese contexto en el que surgieron asociaciones como Transkolore en 2016 o Naizen en 2018. Este último caso supone la evolución respecto a su precedente, la Asociación de Familias de Menores Trans llamada Chrysallis EH, que a su vez había surgido bajo el paraguas de la Chrysallis estatal nacida en 2013.

Desde el punto de vista institucional, en 2011 el Gobierno de Navarra creó la Unidad de Atención a los Trastornos de Identidad de Género (UNATI), que proporcionaba un servicio de atención y asesoramiento a personas del colectivo y que en 2018 fue sustituido por Transbide, eliminando las reminiscencias de patologización presentes en la denominación inicial.

De hecho, la despatologización de la transexualidad ha sido una lucha que todavía no ha acabado: en 2012 se descatalogó como enfermedad mental del DSM (Diagnóstico Mental y Estadístico de los Trastornos Mentales, publicado por la Asociación Americana de Psiquiatría) y en 2018 fue la OMS quien dejó de considerarla un trastorno mental, aunque pasó a denominarla “incongruencia de género”.

En este sentido, la existencia de vacíos legales o de otro tipo de fallos en los servicios prestados a personas trans pueden derivar en situaciones irreversibles. Así se evidenció en 2017 con la muerte de Ekai Lersundi, activista trans de Ondarroa, que se quitó la vida a los 16 años mientras estaba a la espera de tratamiento hormonal.

Sin duda, un lugar de referencia para el colectivo LGTBI+ en Navarra fue la apertura de Kattalingune, que en 2016 tomó el relevo de Kattalingorri.

Ubicada inicialmente en la calle Abejeras 41, en septiembre de 2021 se trasladó a la calle Fuente del Hierro, nº2. Además, en 2017, nació Harrotu, el servicio público de Información y Atención a la Diversidad Sexual y de Género del Ayuntamiento de Pamplona / Iruñea. Con sede en la calle San Gregorio n.º 28, Harrotu surgió con el propósito de facilitar a la ciudadanía y a profesionales el acceso a servicios de información y atención LGTBI+.

También a nivel institucional, un hito importante para el colectivo (y para la sociedad navarra en general) fue la Ley Foral 8/2017, de 19 de junio, para la igualdad social de las personas LGBTI+, que en su preámbulo señalaba como objetivo “desarrollar y garantizar los derechos de las personas lesbianas, gais, bisexuales, transexuales, transgénero e intersexuales (LGTBI+) y evitar a estas personas situaciones de discriminación y violencia, para asegurar que en Navarra se pueda vivir la diversidad sexual y afectiva en plena libertad”.

Pero no todos los pasos se dieron en el marco institucional. Desde las protestas y manifestaciones en fechas y con motivos concretos a la paulatina ocupación de espacios tradicionalmente vedados, la presencia en las calles, así como en otros espacios al margen de las instituciones históricamente han desempeñado un papel fundamental en el devenir del movimiento. De hecho, la confluencia del colectivo LGTBI+ con el movimiento okupa se hace patente en las numerosas ocasiones en que espacios okupados y gaztetxes sirvieron de sede para encuentros, debates y acciones: ya en 1985 se había producido la okupación del edificio del Sindicato Vertical en Tudela por parte de la Asamblea de Mujeres; en 1995 EHGAM acogió en el Gaztetxe Euskal Jai de Iruñea el encuentro estatal sobre insumisión marika de la COFHLEE, etc. Más de veinte años después, en 2017, se produjo la okupación Mari-k-etxea, casa okupada por y para la disidencia sexual en la Calle Jarauta, un lugar de convivencia para bolleras, marikas y personas trans creando espacios seguros y modos de vida fuera de la heteronormatividad. Curiosamente, dos décadas antes ya había existido otra Mari-k-etxea en la calle Curia que desempeñó un papel importante, por ejemplo, durante los activos años de EHGAM en favor de la insumisión marika. Igualmente, otro espacio okupado, el Gaztetxe Maravillas, acogió en 2018 actividades del 28J y del Octubre Trans. En ambos casos, la transgresión que suponía el proyecto de vida de las personas que los habitaban afectaba también a intereses económicos ya que en ambos se ordenó el desalojo de estos espacios okupados.

En los últimos años el colectivo ha ido ganando visibilidad con la aparición de nuevas asociaciones en diversos puntos de la geografía navarra a partir de 2018, en una dinámica que ni siquiera la pandemia ha conseguido detener: Laiak (Tafalla), Hormak (Lekunberri), Antsoainen Harro (Antsoain), Kukuluak (Tudela) o Safikak (Lizarra), mientras que en la capital surgen también colectivos como DesperTRANS o el proyecto para una asamblea de Bolleras Transfeministas de Iruñerria. La celebración de los Encuentros estatales de Gays y Lesbianas en Baluarte en 2018, el inicio de los Premios Laiak en 2019 (interrumpidos en 2020 y retomados de nuevo en 2021), así como la Declaración de Zona Libre de LGTBI++fobia y la adscripción al Manifiesto Rural por parte de 25 pueblos de la Zona Media ponen de relieve la relevancia y dinamismo del movimiento en Navarra, así como la solidez de las redes que lo sustentan. Un movimiento que, como ha hecho de manera histórica, se va construyendo y reconstruyendo gracias a las aportaciones de otros discursos y estéticas, así como de otros escenarios y públicos, como los que proporciona el voguing.

Un paso más en esa visibilidad fue la final de la Nafarroako Bertsolari Txapelketa en noviembre de 2021 en la que la campeona Saioa Alkaiza, militante transfeminista, dedica el agurra a las personas no binarias, trans, marikas y bolleras de los márgenes.

  • López Romo, Raúl. (2008). Del gueto a la calle: el movimiento gay y lesbiano en el País Vasco y Navarra. 1975-1983. Donostia-San Sebastián: Tercera Prensa D.L.
  • Zabala, Begoña. (2008). Movimiento de mujeres, mujeres en movimiento. Tafalla: Txalaparta.
  • EHGAM dokumentazio gunea http://ehgamdok.blogspot.com/
  • Nafarroako LGTBI++Q+ borrokaren haziak / Semillas de la lucha LGTBI++Q+ en Navarra https://youtu.be/gfck_HmJdt0

Para saber más: